¿Cómo saber si estoy meditando bien? y ¿las mascotas meditan?

Aprendiendo de nuestras mascotas Zen: Hay un maestro en cada ser, si ponemos atención.

El nuevo single de esta semana toca en un tema especial para los amantes de las mascotas pero en realidad es para todos.

Alguien dijo alguna vez que “siempre hay algo que aprender de cualquier ser”, y si bien creo que de las mascotas hay mucho que aprender, como el cariño abundante que emanan constantemente o la forma en la que se divierten, en este caso hablamos de lo que nos incumbe (y sorprende): su capacidad de no hacer nada por períodos de tiempo tan prolongados.

Parecería que esto no es una virtud—sino todo lo contrario—pero en realidad sí es algo positivo. Nuestra mente está obstinada en pensar todo el día, en ponernos activos para distraernos o entretenernos con algo más, cuando lo que realmente necesita son algunos momentos de calma y paz durante el día para poder funcionar mejor.

Si observas a un gato, esto es altamente perceptible: te darás cuenta de que no está dormido, pero tampoco está “activamente” haciendo algo, simplemente “está”. Puede permanecer por un buen rato en una posición de quietud—que claramente disfruta y lo llena de energía física y mental.

Algo así también se puede observar con los perros, aunque en ocasiones en menor medida, pues son seres que viven en el presente, y eso es lo que nos pueden enseñar. La característica principal de los perros es que tienen una habilidad tremenda para desapegarse de lo negativo, y enfocar todas sus actitudes y actividades desde un lugar de amor.

En fin, hay mucho que podemos aprender de nuestras mascotas y éstos son solo unos ejemplos. Te invitamos a escuchar el Single en Sei y ver qué puedes descubrir de tus mascotas.

¿Cómo sé si estoy meditando bien?

La posición y la respiración es fundamental.

Esta es una pregunta que aparece mucho y las respuestas son variadas. En este caso abordaremos el ángulo de la postura y algunos detalles de la práctica.

Sobre tu postura:

Lo mejor para la postura es tener la espalda bien recta y la mirada hacia el frente, con la barbilla ligeramente inclinada hacia tu cuerpo. La silla no debe ser suave, pues es importante que no te muevas y que te soporte bien. Tus manos pueden ir sobre tus piernas con las palmas hacia abajo, o también—si te gusta más—pueden ir hacia arriba.

En cuanto al respaldo, lo mejor es que solo te soporte la parte baja de la espalda, para que pueda estar realmente en la posición adecuada y no “recostada”, pero siempre la prioridad es que estés cómoda o cómodo, nunca con tensión ni dolor. Si necesitas hacer un ajuste por comodidad, hazlo. Poco a poco podrás ir viendo si cambia tu postura.

Ambos pies deben de estar alineados y bien puestos sobre el piso, sin que alguno quede flotando. Revisa que estén más o menos en un ángulo de 90 grados (ni muy estirados ni hacia adentro de la silla).

Claro que los más flexibles utilizan la posición de flor de loto o similares para meditar, y si te funciona y la puedes lograr, aún mejor; pero mucha gente continúa meditando con una silla por años y no es ningún problema.

Sobre tu respiración:

Fuera de cuando se indica respirar profundo (inhalando por nariz y sacando por boca) el resto del tiempo la forma correcta es la que tu cuerpo decida, sin que lo forces a nada. Mantén tu ritmo natural.

Por último, recuerda: Si algo te está incomodando o si de pronto sientes que estás haciendo un esfuerzo muy pesado al momento de meditar, es porque necesitas hacerlo con menos presión y dejándote fluir. Como bien dicen “si te incomoda, esa no es meditación”.